Alimentamos el mundo con desgana

malgastando los segundos

de ese tiempo que nos queda,

que corre con la mochila del ayer hacia el mañana

y así,

entre nostalgias y prisas

inadvertido,

levita el hoy.

               Cheché

TRISTES GUERRAS

Tristes guerras

si no es amor la empresa.

Tristes, tristes.

Tristes armas

si no son las palabras.

Tristes, tristes.

Tristes hombres

si no mueren de amores.

Tristes, tristes.

                        Miguel Hernández

No dejes que la Vida sea una anodina pausa 

que viaja de una nada a otra nada.

Un paréntesis que intente explicar lo inexplicable.

La vida es incomprensible, incontable, inenarrable

es un bing bang de sentimientos encontrados,

es llorar, es reír, es ahogarse y salir de  nuevo a flote.

¡ La Vida !  es esa exclamación que fluye entre dos nadas. 

                                                                                                                                                            Cheché

JUGANDO CON LA "VIDA"

Movida por la curiosidad

y ávida de efusividad,

me presenté con  impulsividad

en su taller de  "Besos de sin final".

Fue inolvidable su expresividad

ejercitando su creatividad

de buscavidas en plena actividad.

Cheché

 

                        

Me gusta jugar con las palabras, desvestirlas, destriparlas, disfrazarlas y perderme en absurdas divagaciones.

Hoy  me perdí en la VIDA ( como  casi todos )

¡ La Vida!, esa exclamación que transcurre entre dos nadas.

¿ Cuál es el sentido de la Vida? - me pregunté-  

Y al destriparla - VI-DA - caí en la cuenta de que es  algo muy sencillo y muy complejo a la vez.

"VI"

Vernos a nosotros y a nuestro alrededor; mirar hacia dentro para apreciar lo que hay fuera, aprender a  aprehender la vida que late día a día.

"DA"

Sonrisas, abrazos, palabras amables, comprensión, amor,  tiempo para compartir. 

Porque al final, como dijo Isabel Allende: "Solo tenemos lo que damos". 

PIEL 

que tus manos recorren colonizando mi ser.

Piel, que tu calor abrasa

Piel, sedienta de tu piel

Piel, que eriza tu mirada

Piel,  errante aventurera 

                       ¡ Piel en busca de tu piel !

                                                                   Cheché

 

             

Me despierta el sonido de la lluvia golpeando mi ventana

¡ clic, clic, clic, clic, clic !, un inmenso frio recorre mi cuerpo.

Abro los ojos, no hay ventanas, todo es neutro, aséptico.

Ahora el sonido se transforma en  ¡ pi, pi, pi,  ... pi, pi !

Al fondo veo una luz, me atrae, la sigo, la alcanzo.

Mi corazón naufraga, hace aguas y en un último intento grita

              

                             ¡¡¡ Piiiiiiiiiiii !!!!

Soy ese  puzzle imposible

de trocitos de ayeres olvidados,

de presentes ausentes, espectros de mis yos.

Soy el puzzle inacabado

de quiméricos futuros

donde encaja la ilusión

                                                                                                           Cheché

Y me vuelvo a caer desde mi mismo

al vacío,

a la nada.

                ¡ Qué pirueta !

¿Desciendo o vuelo?

No lo sé.

Recibo el golpe de rigor, y me incorporo.

Me toco para ver si hubo gran daño,

mas no me encuentro.

Mi cuerpo ¿dónde está?

Me duele solo el alma.

Nada grave.

                                                Ángel González

Si nos volvemos a encontrar en primavera

cuando el alma florece de ilusiones,

yo vestiré la luz de mi mirada,

tú la inquieta mirada del que espera

lo que nunca va a llegar en primavera

Cheché

Somos esa vida transitoria que palpita

esas nubes que presagian la tormenta

esa lluvia que moja las tristezas que florecen entre días

ese mar que nos recorre y nos agita, unas veces calmado y otras bravo

ese suave atardecer que nos serena

esa luz transparente, esa sombra escondida.

Somos ese Yo, ese Tú, ese Nosotros 

pero también los ignorados  Él, Vosotros, Ellos.

Somos ese cúmulo de ideas contrapuestas.

Somos ese todo que corre hacia la nada

¡ Somos esa nada y ese todo !

y cuánto más todo más cerca nos hallamos de la nada

                                                                                                       Cheché

  

Somos lo que fuimos

                           pero 

                                ¿seremos lo que somos?

Era una lluviosa mañana  de domingo, en la que  me sentía extrañamente desasosegada  -la lluvia solía agotar  mi espíritu, me entumecía-  sin embargo aquella mañana deambulaba por la casa sin parar.

La semana había transcurrido como tantas otras dentro de esa cómoda rutina en la que se instala la vida. No sabía que ocurría pero algo había cambiado, la cotidianidad me ahogaba.

Tenía que ocuparme en algo o me volvería loca y como temía ordenar mis ideas opté por ordenar la casa -patético recurso de evitación-.

Sin saber muy bien porqué, comencé por sacar al pasillo las cosas que Gabriel tenía en mi casa -no convivíamos de manera permanente, solo cuando  nos apetecía estar juntos-  saqué sus zapatos, su ropa, sus libros, sus útiles de aseo, resumiendo todas sus cosas.

 ¡¡¡Ufff!!!

La visión  era desalentadora, el pasillo parecía un rastrillo pero yo estaba cada vez mejor, a medida que me deshacía de sus cosas me iba envolviendo en una paz  que hacía mucho que no sentía. 

Cerré los ojos y vi con claridad algo  que llevaba eludiendo desde hacía  tiempo y que me costaba reconocer -hay ciertos "para siempre" que ya nacen con fecha de caducidad-.

El sonido de la llave en la puerta me devolvió a la realidad.

Observé a través de la ventana que fuera había parado de llover, pero mi interior comenzaba a cubrirse de esa nubosidad que precede a la tormenta y que empapa el alma con sus gotas.