Seguidores

Mostrando entradas con la etiqueta MICRORRELATOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MICRORRELATOS. Mostrar todas las entradas

viernes, 15 de abril de 2022

 DAR EN EL BLANCO


No soy usuaria del autobús, odio ese medio de transporte que exaspera mi paciencia, prefiero trasladarme a pie por la ciudad mientras doy rienda suelta a mi mente, pero hoy no me ha quedado otro remedio que usarlo.
Me dirigía a una entrevista de trabajo con mi vestido de gasa y mis sandalias de taconazo cuando estalló una tormenta de verano, ¿qué podía hacer? imposible pillar un taxi, asi que no me quedó otra opción que subir al autobús y doblegarme al suplicio.
Como era de esperar iba hasta los topes, y allí en medio "YO",  diminuta, oscilando hacía delante y hacía atrás, igual que un tentetieso (pero con tacones) en medio de la masa, el autobús era una auténtica  olla a presión y yo estaba a punto de estallar.
El asiento más cercano a mi lo ocupaba un señor que en cada parada  hacia amago de bajarse; se levantaba,  pero acto seguido  se arrepentía y se volvía  a sentar, asi una y otra vez.
Nueva parada, nueva incorporación, nueva esperanza, nueva decepción.
Me tenía boquiabierta tanta indecisión y de nuevo otra parada    ... ¡ZAS ! frenazo ...   Mi chicle salió disparado hacia su asiento en un arco perfecto...
En la siguiente parada no se levantó 😉

jueves, 17 de febrero de 2022

Me despierta el sonido de la lluvia golpeando mi ventana
¡ clic, clic, clic, clic, clic !, un inmenso frio recorre mi cuerpo.
Abro los ojos, no hay ventanas, todo es neutro, aséptico.
Ahora el sonido se transforma en  ¡ pi, pi, pi,  ... pi, pi !
Al fondo veo una luz, me atrae, la sigo, la alcanzo.
Mi corazón naufraga, hace aguas y en un último intento grita

              
                             ¡¡¡ Piiiiiiiiiiii !!!!



viernes, 4 de febrero de 2022


Era una lluviosa mañana  de domingo, en la que  me sentía extrañamente desasosegada  -la lluvia solía agotar  mi espíritu, me entumecía-  sin embargo aquella mañana deambulaba por la casa sin parar.
La semana había transcurrido como tantas otras dentro de esa cómoda rutina en la que se instala la vida. No sabía que ocurría pero algo había cambiado, la cotidianidad me ahogaba.
Tenía que ocuparme en algo o me volvería loca y como temía ordenar mis ideas opté por ordenar la casa -patético recurso de evitación-.
Sin saber muy bien porqué, comencé por sacar al pasillo las cosas que Gabriel tenía en mi casa -no convivíamos de manera permanente, solo cuando  nos apetecía estar juntos-  saqué sus zapatos, su ropa, sus libros, sus útiles de aseo, resumiendo todas sus cosas.

 ¡¡¡Ufff!!!

La visión  era desalentadora, el pasillo parecía un rastrillo pero yo estaba cada vez mejor, a medida que me deshacía de sus cosas me iba envolviendo en una paz  que hacía mucho que no sentía. 
Cerré los ojos y vi con claridad algo  que llevaba eludiendo desde hacía  tiempo y que me costaba reconocer -hay ciertos "para siempre" que ya nacen con fecha de caducidad-.
El sonido de la llave en la puerta me devolvió a la realidad.
Observé a través de la ventana que fuera había parado de llover, pero mi interior comenzaba a cubrirse de esa nubosidad que precede a la tormenta y que empapa el alma con sus gotas.
 



martes, 19 de octubre de 2021



Como cada tarde él miraba a través  de la ventana, 

la esperanza era lo único que le alimentaba, 

su bastón de vida, su sostén vital.

Los años trascurrían vacíos como él, 

pero cada tarde cuando el sol dormía 

él velaba y miraba a través de la ventana.



¿ Si la esperanza es lo último que se pierde será la desesperanza lo primero que se gana?

¡¡¡ Nooo !!! Se necesita esperanza para  vivir